Tratar temas sobre nuestra existencia es algo complicado, por tanto quiero iniciar en esta primera publicación con la parte filosófica y controversial de la existencia humana. Es por este motivo que quiero partir de Jean Paul Sartre; si hablamos de él, estamos hablando del existencialismo, corriente
filosófica que califica a el hombre dueño de su existencia desde dos puntos
totalmente opuestos, lo religioso y lo ateo donde el primero otorga
preeminencia a Dios señalándolo como
dueño y creador de toda existencia, y la segunda que marca a el hombre como
único dueño de la existencia del hombre, pero ambas señalan y hacen del hombre
una existencia y una verdad.
En el texto “El existencialismo es un humanismo” Sartre
nos dice que “si Dios no existe, hay por lo menos un ser en el que la
existencia precede a la esencia” detonando dos aspectos importantes y
primordiales en este mar que corre ansioso: la esencia y la existencia.
Antes de ser creados, somos pensados y ese pensamiento
entonces se destacaría como la esencia de una procedente existencia, siendo la
esencia la idea de un hecho, el bombillo encendido en la cabeza antes incluso
de ser un bombillo, de ser materia, de existir físicamente. Entonces puedo
decir que la esencia no es más que la base de la existencia, así mismo Dios seria, en un existencialismo religioso
esa esencia base de la existencia humana, “ cada uno de los entes
que constituyen nuestro mundo existieron en la mente divina como idea, como
esencia. Dios sabe desde la eternidad qué es el hombre” entonces el hombre como
ser complejo es comprendido únicamente por su esencia, en este caso Dios. Por
el contrario en el existencialismo ateo pensado por Sartre el hombre primero
existe y luego se define como esencia, ¿Cómo saber la esencia del hombre si no
conocemos al hombre?, esto me recuerda a las críticas del famoso Ósip Brik,
quien antes de criticar una poesía debía leerla, no podía hablar de ella sino
después de haberse degustado con su viviente pasión, en otras palabras, en la
poesía la esencia no hace a la existencia, sino por el contario, la esencia
surge de la existencia; o ¿no es la poesía un acto de inspiración que surge
poco a poco, verso a verso, corrección tras corrección hasta quedar completa?
¿Dónde quedaría entonces el pensamiento y la magia de la idea? ¿No es este
pensamiento el que surge mientras se lee y disfruta de una buena composición?
Ahora bien, el hombre no sabe lo que es, sino que se entera a medida de lo que
hace y a medida que existe.
Por este motivo Sartre señala a el hombre como el ser que
existe antes de poder ser definido por ningún concepto, es decir el hombre
existe y la esencia del él, es el mismo hombre. Mientras vive el hombre se va
haciendo poco a poco a través de experiencias, somos nosotros obra inconclusa
en constante realización; es por esto que no podemos decir que somos seres
pensados, sino en cambio, que somos seres propios, poseemos pensamientos,
ideas, metas y somos todo eso que poseemos; somos proyectos en constante cambio
la prueba está en una de las frases dichas por este influyente representante
del existencialismo francés: “el hombre será en primer lugar aquello que habrá
proyectado ser”. Yo soy lo que me proyecto y es esta mi esencia.
De ahí que no podemos señalar una esencia suprema para el
hombre y para muchas concepciones del arte y demás existencias ya que no todo
proviene de una esencia, pero si es válido afirmar que la esencia se da gracias
a la existencia. En fin, el hombre existe, tiene realidad humana y tiene una
esencia al igual que todo lo que le rodea, pero su esencia es dada gracias a su
existencia.